Cantar de Amor
Juan Hidalgo y contemporáneos en la corte de Felipe IV
Notas al programa
Es asunto conocido y de no fácil explicación que las artes florecieron gloriosamente en la España del XVII, en plena decadencia material y moral del país. Tal vez ese apogeo de la pintura, la imaginería y la arquitectura fuese parte implicada en la ruina, pues el hoy llamado postureo era un comportamiento bien conocido entre los arruinados nobles hispanos, al menos desde las famosas migas en la barba del hidalgo del Buscón —o sea del Lazarillo, que tanto da—, quienes se gastaban el oro de América, por llegar o no llegar, en fastos, palacios, retablos y retratos.
La música no fue ajena a esa fulgurante gloria. Aunque menos conocidos que los Guerrero y Morales (y no digamos que Murillo o Velázquez), los compositores españoles del primer Barroco fueron respetados en Europa por su calidad y por la singularidad de su estilo, en gran parte ajeno a la omnipresente influencia italiana. Al tiempo que trataba de mantener sus lejanas fronteras en Nápoles, Portugal o América, la catoliquísima monarquía de los Austrias cerraba fronteras a las heréticas influencias forasteras, de modo que su música se hizo original a la fuerza, sin más fuentes de las que beber que la tradición y el folclore. Mantuvo y desarrolló así la música española características propias: instrumentos casi exclusivos como la guitarra y el arpa, armonías únicas, ritmos cruzados entre el binario y el ternario muy raros de sentir fuera, formas propias como el villancico y el romance, o directamente populares como la jácara y la seguidilla, y danzas de allende los mares copiadas luego en media Europa como las folías, la chacona, la zarabanda...
El personaje musical dominante de la corte española fue sin duda Juan Hidalgo, comparado a veces con el francés Lully y el inglés Purcell como fundador de una tradición musical dramática vernácula a la que (como en Purcell) no sería riguroso, ni importa gran cosa, llamar operística. Tuvo la fortuna de trabajar junto al gran Calderón de la Barca, y de contar con una fértil imaginación melódica con la que regó sus recitativos y sus tonos humanos. Si la forma de sus canciones es sencilla, sutil es la urdimbre de la melodía y su relación con la palabra, y originales sus recitativos en boca de figuras divinas.
No fue Hidalgo, claro está, un verso suelto: otros compositores vocales de primer nivel de aquella corte fueron el aventurero José Marín (compositor, tenor, clérigo y homicida), el portugués de nacimiento Manuel Machado, o el liejense autor sacro Mateo Romero, todos bien adaptados, claro está, a las peculiaridades musicales españolas. Más fácil es rastrear los estilos foráneos en la música instrumental de las cortes de los dominios españoles: el violagambista inglés Henry Butler (en Madrid Enrique Botelero) trajo las divisions inglesas, y el napolitano Falconiero, al servicio de la corte virreinal de su ciudad, mezcló lo hispano con el nuevo estilo violinístico italiano. Pero ya entonces conocía su primer apogeo el que estaba destinado a ser el instrumento nacional, la guitarra, que en manos de Gaspar Sanz, Guerau y tantos otros supo recoger los compases y formas de la música popular y adaptarlos a su idioma característico, lleno de recursos propios, desde la polifonía estricta al rasgueo. Y es que la guitarra es el mejor resumen de la música de esa España: vernácula, de raíces populares, rítmica, flexible, fascinante... y tal vez un poco incomprensible para el extranjero.
Juan Ramón Lara (Miembro de Accademia del Piacere)
Imagen de Fernando Gomez |
Accademia del Piacere
Fahmi Alqhai
Cantar de Amor
Juan Hidalgo y contemporáneos en la corte de Felipe IV
Pavana
Gallarda
Passacalle
Gaspar Sanz (1640—1710) - Fahmi Alqhai
Recitado: Tonante Dios
Ay Amor
Trompicávalas Amor
Juan Hidalgo (1614-1685)
Passacalle i Ciacona, a tre
Andrea Falconieri (1585-1656)
No piense Menguilla ya
José Marín (1618-1699)
Dos Estrellas le siguen
Manuel Machado (1590-1646)
Improvisación sobre Folía
División en re
Henry Butler (d.1652)
Marionas
Francisco Guerau (1649—1717/22) - Fahmi Alqhai
Esperar, sentir, morir
Juan Hidalgo
Recitado: Rompa el aire en Suspiros
Juan Hidalgo
Ay que me muero de zelos
Mateo Romero “Capitán” (1575-1647)
Marizápalos
anónimo s. XVII - Fahmi Alqhai
Romerico florido
Mateo Romero “Capitán”
Ay que me río de Amor
Juan Hidalgo
Juan Sancho tenor
Rami Alqhai violón
Johanna Rose viola da gamba
Enrique Solinís guitarra barroca
Javier Núñez clave
David Jiménez “Chupete” percusión
Fahmi Alqhai viola da gamba & dirección musical (concepción, arreglos y adaptación del programa)